Diagnóstico:
La histoplasmosis se diagnostica a través de diversas pruebas:
Biopsia de pulmón, piel, hígado o médula ósea.
Exámenes de sangre u orina para detectar anticuerpos o proteínas de histoplasmosis.
Cultivos de sangre, orina o esputos (esta prueba ofrece el diagnóstico más claro de histoplasmosis pero los resultados pueden tardar mucho tiempo, unas 6 semanas).
Broncoscopia (prueba que utiliza un aparato para observar que se introduce en las vías pulmonares para buscar signos de infección).
Tomografía computarizada de tórax.
Radiografía de tórax.
Punción raquídea para buscar signos de infección en el líquido cefalorraquídeo.
Complicaciones:
La histoplasmosis puede provocar una serie de complicaciones graves incluso en personas sanas. Los problemas potenciales suelen ser mortales para los bebés, los adultos mayores y las personas con el sistema inmunitario deprimido.
Las complicaciones más habituales son las siguientes:
Síndrome de dificultad respiratoria aguda: la histoplasmosis puede dañar los pulmones hasta el punto de que los sacos de aire comienzan a llenarse de líquido. Esto impide el correcto intercambio gaseoso y puede agotar el oxígeno en sangre.
Problemas cardíacos: la inflamación del pericardio se llama pericarditis. Cuando el líquido en el pericardio aumenta, puede interferir con la capacidad del corazón para bombear sangre.
Insuficiencia suprarrenal: la histoplasmosis puede dañar las glándulas suprarrenales, las cuales producen hormonas que les dan instrucciones a prácticamente todos los órganos del cuerpo.
Meningitis: la histoplasmosis puede provocar inflamación en las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal (meninges).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.